Observaciones Filosóficas - Ritornelo y Territorialidad: Trazos para una teoría de la creación en Deleuze y Guattari a partir de “Mil Mesetas”
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art of articleart of articleRitornelo y Territorialidad: Trazos para una teoría de la creación en  Deleuze y Guattari a partir de “Mil Mesetas”

Lic. Luis Omar Díaz - Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Resumen
El presente trabajo da cuenta de los lineamientos principales que articulan la noción de territorialidad con el acto creativo, en la filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari. Para lograr esto, analizaremos el concepto de ritornelo (la ritournelle), tal y como los filósofos franceses lo exponen en su texto Mille Plateaux (1980). Dicho concepto, como verificaremos, es axial en la constitución y función de la dinámica de territorialidad, respecto a la creación o producción de territorios en cualquier ámbito de la existencia humana. Es así como la dinámica de los territorios, estudiada desde el concepto de ritornelo nos permite, en primer lugar, identificar las articulaciones de la implícita teoría de la creación que recorre casi toda la obra de Deleuze y Guattari; y en segundo lugar, echar luces sobre uno de los conceptos más gravitantes (pero menos estudiados) de la filosofía de los pensadores franceses, como lo es el concepto de ritornelo.

Abstract
The present paper gives an account of the main lines that articulate the concept of territoriality with the creative act, in the philosophy of Gilles Deleuze and Felix Guattari. To accomplish this, we will analyze the concept of refrain (la ritournelle), just as the French philosophers expose it in the book Mille Plateaux (1980). The refrain, as will be evident, is axial in the composition and role of the notion of territoriality, regarding the creation or production of territories in any field of human existence. Thus, the dynamics of the territories, studied from the concept of refrain, allows us, first, to identify the joints of the implicit theory of creation that runs nearly in all the work of Deleuze and Guattari; and secondly, to throw light on one of the concepts more gravitating (but less studied) in the philosophy of the French thinkers, namely, the concept of refrain.


Palabras claves
Deleuze, Guattari, creación, territorio, ritornelo. Desterritorialización, agenciamiento

Keywords
creation, Deleuze, Guattari, territory, refrain, deterritorialization, agency


Introducción

En Qu’est-ce que la Philosophie? (1991), Deleuze y Guattari señalan que; a partir del caos, 1) la filosofía traza un plan de inmanencia prefilosófico (desde el cual ciertos personajes conceptuales crearán conceptos que darán consistencia al caos); 2) la ciencia configura un plan de referencia o coordenadas precientífico (desde el cual, mediante observadores parciales, crea “functores” que cosificarán el caos); y 3) el arte prepara un plan de composición preartístico (desde el cual, mediante figuras estéticas, crea bloques de sensaciones “puras” que darán existencia compositiva al caos).1 Si tenemos en cuenta que dicho libro, por ser el último que Deleuze y Guattari escribieron “a dúo”, toma la forma de un compendio o puesta al día de su filosofía, podemos constatar la importancia que el acto creativo posee en la filosofía de los pensadores galos. Esta importancia no se reduce a la creación como concepto dentro de su sistema, también se expande al acto creativo como método y motor de la misma conceptualización de rizoma de nuestros autores.

Aceptando lo anterior como supuesto, si se desea identificar y comprender los rudimentos internos y la función del acto creativo, es necesario recurrir a un texto previo. Nos referimos a Mil Mesetas (Mille Plateaux, de 1980, segundo tomo de Capitalisme et schizophrénie, de 1972), donde la temática de la territorialidad es transversal. En especial, debemos acudir a la meseta número once “Del Ritornello” (De la Ritournelle), la cual está dividida en tres partes.2 La primera parte introduce la temática central: ¿por qué y cómo se crea música?; la segunda, elabora una teoría de la creación de territorios, acudiendo a la etología y la teoría del arte (específicamente del arte musical). A su vez, la tercera sección de la meseta es, en cierto modo, una aplicación-ejemplificación de lo anterior en la música culta de occidente, su historia y evolución.

Desde una visión global de la obra de Deleuze, y de Guattari, el texto que compone la meseta “Del Ritornello” se presenta como el más focalizado respecto al tema de la creación y la territorialidad. Esto es de gran relevancia para la investigación, si se tiene en mente la conocida fragmentariedad de la obra deleuzeana, así como la cantidad de elementos implícitos en su modo de argumentación, que al lector no habituado a los textos deleuzeano-guattarianos aparece –ilusoriamente– como insuficiente. Así, pues, constatada la concomitancia entre el acto creativo, la noción de territorialidad y el concepto de ritornelo, y para fines de nuestro ensayo, nos centraremos en el análisis del segundo segmento de la mencionada meseta, para dar cuenta de los principales lineamientos que articulan la noción de territorialidad y el acto creativo, y así trazar un esbozo más acabado de la teoría de la creación que recorre toda la filosofía de Deleuze y Guattari.

De ese modo, el presente trabajo seguirá el siguiente orden: I) Definir el concepto de territorio según la geografía y la etología, señalando los antecedentes que posibilitan la reelaboración de su sentido hacia un concepto filosófico. II) Analizar el concepto de ritornelo tal y como se expone en la meseta del mismo nombre. Establecer su relación con la noción de territorialidad y las consecuencias de dicha articulación. III) Clarificar y trazar los goznes conceptuales de la teoría de la creación deleuzeana-guattariana, a partir de los resultados de los análisis realizados en los ítems I y II.

I. Territorio y territorialidad
I.1. Del espacio geográfico al territorio como junción del geoterritorio y lo social

En cierta geografía elemental, generalmente la palabra territorio designa una porción o espacio de superficie terrestre con atributos accidentales propios (el suelo, la topografía, la vida que alberga, los minerales, entre otros factores).3 La definición de territorio como espacio geográfico tiende a complejizarse cuando se toma en cuenta la entidad que habita el territorio (una comunidad, un animal, un vegetal, o incluso una idea o inmaterialidad), y en especial cuando esa entidad es un conjunto humano (un pueblo, por ejemplo.). Ya en este punto, el espacio geográfico deviene proveedor y “bien raíz” del conjunto humano, tanto en el ámbito social, económico, político y cultural. De hecho, es la noción estadista, y la capitalista, la que reduce el territorio a espacio geográfico dado por naturaleza, a un lugar en el que se vive y corresponde administrar para el bien común.4 En complemento a lo anterior, hay definiciones de territorio que intentan diferenciar, en una sola noción, el elemento natural (el geoterritorio) y el elemento antropológico (lo social), para indicar que el territorio no está dado completamente por naturaleza, sino que son las interacciones sociales con y en ese elemento natural las que posibilitan la creación de un verdadero territorio.5

Ahora bien, actualmente se admite que la territorialidad es eminentemente social, en tanto antropológica. Esto porque la territorialidad se comprendería como el potencial de gestión de un “trozo” de espacio geográfico (o geoterritorio), efectuado por las relaciones entre individuos, sociedades, empresas, estados o bloques de estados.6 De este modo, podemos extrapolar, en el contexto de nuestra investigación, al menos tres definiciones de territorio: el territorio como espacio geográfico, el territorio como sustento vital de la entidad que lo habita, y el territorio como compuesto de elementos naturales y elementos antropológicos, definición ésta quiere superar las visiones anteriores, poniendo el énfasis en el carácter antropológico-social de la construcción territorial. Respecto a la territorialidad, se puede concluir que a cada definición de territorio, corresponde un grado creciente de desnaturalización, respectivamente. Así, la primera definición es eminentemente naturalizante, donde el atributo antropológico es mero accidente; la segunda, postula tácitamente cierta preexistencia ontológica del espacio geográfico natural, sobre el cual el elemento social ejerce su administración; y la tercera, propone una desnaturalización más radical, pues no da por sentado ni el territorio natural (el geoterritorio) ni el elemento social, sino que ambos deben producirse y articularse de forma inmanente en un grupo humano, para así crear un territorio.

I.2. La etología y el territorio animal

La etología es la ciencia que estudia las normas y modelos de comportamiento animal, analizando la infraestructura biológico-genética de sus conductas y las interacciones que efectúan frente a estímulos medioambientales. En especial, centra sus investigaciones en los modos de aprendizaje y su relación con el instinto, así como los diferentes mecanismos que intervienen en las relaciones sociales animales. Esta ciencia nos muestra de primera fuente la importancia del territorio en el comportamiento animal. Todo animal pone en juego su supervivencia en el modo cómo sus cualidades innatas (instintos) interactúan con sus cualidades adquiridas (aprendizaje) para conectarse con el exterior. Como vemos, esta visión está en las antípodas de aquella tradicional, de corte filosófico, que ve a los animales como meros mecanismos (Descartes), o seres de pura constitución instintiva (Aristóteles, o santo Tomás).7

Por su parte, Jakob von Uexküll (1864-1944), biólogo estonio-alemán, pionero de la etología (y referencia importante en la filosofía de Deleuze y Guattari), da cuenta de la importancia de esa inter relación entre el animal y su medioambiente, según la dinámica de lo innato y lo adquirido, al postular el concepto de Umwelt (medio asociado). Éste concepto, como bien dice von Uexküll, no debe confundirse ni con el término Umgebung (horizonte visual referido al entorno físico, propio de la percepción humana) ni con Welt (referido al universo científico). Como señala Juan Manuel Heredia, Umwelt indica que cada especie animal tiene su propio mundo, siendo la percepción de éste radicalmente diferente a la humana; por lo tanto, dicho concepto quiere dar cuenta de las relaciones que los seres vivos construyen y mantienen con su mundo.8 Estamos frente a una etología que dará su savia a la noción de territorio y territorialidad deleuzeana, pues para Uexküll el territorio es el mundo del viviente, por lo tanto, ambos son consustanciales entre sí, como es el caso en la conceptualización del filósofo parisino.

En relación con lo anterior, los modos de sociabilizar de los animales complejos (como los vertebrados), habrían evolucionado según la preponderancia básica de dos factores: 1) la propagación del contacto social entre individuos de la misma especie (para asegurar la alimentación, el asilo, la reproducción, y la “instrucción” de las crías); 2) la disponibilidad de recursos vitales y el modo en que un individuo o especie se los apropia, (esto determina la relación entre los individuos y el grupo, así como la búsqueda, creación, expulsión o conquista de un territorio determinado). Este tipo de sociabilidad presenta una nueva dimensión: la búsqueda y apropiación, por parte de un individuo de la especie, de un “entorno de seguridad” propio. Las notas de este espacio o entorno variarán según la especie, el medio, la temporada, la invasión humana, etc.

La etología, en general, establece que los vertebrados sociales que operan según lo dicho anteriormente, lo hacen en virtud del principio de la distancia crítica. Este principio, a su vez, se expresa de dos maneras en el comportamiento animal: la jerarquía y la territorialidad. La jerarquía dictamina una articulación social estructurada, siguiendo lineamientos de sometimiento y mando (especialmente en conjuntos nómade-itinerantes), según la cual el individuo dominante determina el modo cómo el grupo se apropiará de un territorio y sus privilegios (como son las rutas, las hembras, la alimentación, el cobijo, entre otras variantes). Los individuos dominantes podrán sucederse según las circunstancias, en una cuasi “administración” de la violencia que deviene, así, “orden” funcional en mor de la supervivencia y seguridad física y psico-social del grupo. 9 En tanto que la territorialidad acontece marcadamente en especímenes sedentarios, y se organiza en un potencial de dominio o “administración” que un individuo o grupo efectúa sobre un territorio preciso, ejecutando mecanismos defensivos contra amenazas externas. En consecuencia, bajo el aspecto de la territorialidad, no se trata tanto de especímenes dominantes, sino de individuos territorializados que regulan el acceso y el cierre del territorio, tanto inter como intraespecíficamente. Las relaciones entre jerarquía y territorialidad, sin embargo, no son fijas, sino que varían dependiendo de la especie, su relación con el medio, sus modos de sociabilización, su lugar de estadía, etc., lo cual deja abierta la temática a ricas e interesantes aplicaciones al ámbito del comportamiento humano.

Dado lo anterior, podemos esbozar una línea axial sobre la que Deleuze y Guattari desarrollaran su concepción de territorio: un territorio, a pesar de ser una construcción dinámica entre variables hereditarias y aprendidas, es el que posibilita la supervivencia y expansión del “sujeto” del territorio. Por lo tanto, si éste es cronológicamente anterior, el territorio parece ser, ontológicamente, más gravitante que aquél. Además, la visión etológica enriquece enormemente las definiciones vistas en el ítem I.1, pues pasamos de una visión donde el territorio es entendido como una construcción (en el mejor de los casos) dependiente del Hombre, a una perspectiva donde un territorio es heredad y condición de posibilidad empírica de supervivencia y resguardo, no sólo del Hombre, sino también de cualquier viviente que lo habite. En consecuencia, también la noción de territorialidad sufrirá un proceso de deshumanización (llevada al extremo por Deleuze), ya que, como muestran los estudios etológicos, incluso los animales llevan a cabo relaciones dinámicas con su territorio, para aprovechar sus recursos naturales (alimentos, material de nidificación, etc.) y sus ventajas psicosociales (seguridad de un entorno vital, de un apareamiento exitoso, entre otros factores).10

II. El Ritornelo y la constitución interna del territorio según Deleuze y Guattari
II.1. Antecedentes del concepto de ritornelo

El ritornelo (la ritournelle) es un concepto que Deleuze y Guattari toman de la nomenclatura musical,11 articulándolo con ideas tomadas de la biología, la etología y la teoría del arte. En este concepto las nociones de territorialización, desterritorialización y reterritorialización son cruciales.12 Con el ritornelo, nuestros filósofos quieren dar cuenta del movimiento productivo de la Vida misma (que refiere tanto al proceso como a lo creado). Así se puede captar, desde la perspectiva filosófica, por ejemplo, tanto la creación y complejidad de una sinfonía, como la creación y complejidad de un partido político, pues ambos se llevarían a cabo mediante la “T”, “D” y “R” de un territorio real y/o virtual, donde el factor estético es fundamental.

El ritornelo como concepto filosófico posee un relevante supuesto clínico, pues Guattari, analizando el trabajo de Fernand Deligny, lo usa para referirse a las líneas de andadura (actos y gestos) que los niños autistas efectúan en su itinerario diario.13 Desde Deleuze, los supuestos filosóficos más importantes en la constitución del ritornelo son Bergson, Nietzsche y Spinoza: Bergson, por las nociones de virtual y actual, lo que se aplica a los ritmos de devenir de los territorios, donde el tiempo tendrá una faceta formada por Aîon (un pasado absoluto que nunca deja de transformarse, de volver como algo otro), y otra formada por Crónos (el presente, que es posibilitado y reflejo de las transformaciones de ese pasado absoluto); Nietzsche, por la relación que se da entre el Eterno Retorno y el retorno de la diferencia como diferencia en los ritmos territoriales. El filósofo de París interpreta el retorno nietzscheano como una repetición de una diferencia original, de algo que vuelve siempre como otro;14 Spinoza, por las temáticas referentes a la consolidación de los heterogéneos (que realiza el ritornelo en el marco de un territorio), a las operaciones territoriales y su planificación.15

Deleuze y Guattari señalan que el ritornelo designa en general “a todo conjunto de materias de expresión [estéticas] que traza un territorio, y que se desarrolla en motivos territoriales, en paisajes territoriales”.16 Este proceso creativo consta de tres pasajes (passages) simultáneos, distinguibles sólo por y para el pensamiento, y se dan en toda la naturaleza: 1) salida del caos y establecimiento de puntos de orden estables y estabilizadores, de materias de contenido (un medio codificado); 2) luego, un movimiento del deseo inconsciente (un agenciamiento) crea un territorio (un espacio-tiempo a la vez real y virtual, es decir, físico e ideal-psicológico), al hacer devenir la materia de contenido en materias de expresión (agenciamientos territoriales); 3) por los pasajes anteriores se obtiene un territorio que posibilita, ora una apertura al cosmos (conexión creativa con otros territorios en un proceso de “D” constante), ora una reestratificación (retrotracción del territorio logrado, que lo clausura y convierte en un régimen de orden opresivo o sobrecodificado), ora una caída en el caos (destrucción del territorio creado, debido a una “D” que no conecta con nada). Cada movimiento entre pasaje y pasaje del ritornelo se denomina agenciamiento, por eso en Mille Plateaux se hace referencia al infra, intra e inter-agenciamiento, 17 según se trate de un proceso de “T”, “R” o “D”, pues el movimiento entre pasaje y pasaje continúa, se estanca, continúa… y así ad infinitum.

Hecha esta primera aproximación a los goznes teóricos más relevantes del concepto de ritornelo, pasemos a estudiar como Deleuze y Guattari entienden el acto creativo en general a partir de dicho concepto. De ese modo, a partir de un análisis de la segunda sección de la meseta onceava, “Del Ritornelo”, de Mille Plateaux (segundo volumen de Capitalisme et schizophrénie), constataremos cómo el acto creativo es, en primer lugar, un agenciamiento de territorios vitales.

II.2. Los pasajes del ritornelo y la creación de territorios

Para comprender el proceso de creación, hay que profundizar en los pasajes del ritornelo y en cómo se conforman los primeros puntos de orden (medios codificados), de un territorio. Deleuze y Guattari identifican la presencia de un medio (un lugar, un modo de pensamiento), el cual definen como un bloque de espacio-tiempo, constituido por la repetición periódica de la componente, por un código.18 Los códigos están en perpetuo estado de comunicación (transcodificación), lo que hace que cada medio pase a ser base, intermediario, o incluso se convierta en otro medio.19 Topológicamente, los medios están arrojados en el caos, en medio del Medio de medios (del cual nacen), y que los amenaza de intrusión y completa disgregación. Los medios responden a esto tomando los embates del caos y transformándolos en ritmo: es el devenir ritmo del caos. De esta forma, los puntos de orden, las materias de contenido, establecen las bisagras de lo que será, a futuro, un territorio. 20

Así, ritmo y caos tienen una cosa en común: ser entre dos medios, ser entre medio (intermezzo). Pero el caos no necesariamente deviene ritmo, es una potencialidad que se efectúa siempre que haya una transcodificación entre dos medios heterogéneos como mínimo.21 Además, no se debe confundir el ritmo con la medida o cadencia, “pues una medida, regular o no, supone una forma codificada cuya unidad de medida puede variar pero en un medio no comunicante [sobrecodificado], mientras que el ritmo es lo Desigual o lo Inconmensurable, siempre en estado de codificación”.22 La medida es dogmática, representación trascendente que reproduce lo Mismo, lo Idéntico; el ritmo, en cambio, es crítico,23 pues acontece por y entre la articulación que dos medios heterogéneos efectúan de modo inmanente. Entonces, en un primer momento ontológico el acto creativo exitoso, para tomar (o “descodificar”, como dicen Deleuze-Guattari) lo que necesite de los medios circundantes y construir un territorio, requiere afirmar su propia fragilidad (afirmar el caos que lo posibilita), y de ese modo establecer inmanentemente un ritmo o conexión efectivo (diferencia no caótica, consistente) al afirmar (determinar) otro medio que estime propicio.

Nuestros autores advierten una segunda diferencia respecto al ritmo: si éste no se debe confundir con la medida, tampoco se lo debe poner en el mismo plano que lo ritmado, “pues la acción se hace en un medio, mientras que el ritmo se plantea entre dos medios, o entre dos entre-medios”.24 Tomemos como ejemplo una voz cantante en el silencio: ni éste ni aquella son el ritmo, el ritmo es esa articulación crítica, diferente e inmanente que surge entre una y otro. Por último, si se dice que el ritmo es la pura Diferencia ¿cómo se produce, siendo que un código se define por la repetición periódica? ¿No es la repetición lo contrario a la Diferencia? No, pues ésta siempre retorna como Diferencia (como algo otro), gracias a los códigos (la repetición periódica de la componente) de dos medios comunicantes como mínimo. Por ende, la repetición no es la Diferencia, el ritmo, sino que la produce. Lo contrario a la Diferencia pura es la diferencia residual o conjurada, que adquiere la figura trascendente de lo Mismo, lo Idéntico, pues es reproducida por la medida.25

Respecto a la transcodificación, Deleuze y Guattari enuncian sólo dos casos generales: uno, donde un medio toma o recibe componentes de otro medio, pero los codifica de otra manera; otro, donde un medio toma o recibe códigos de otro medio como tal. El primer caso es común y refiere al modo en que un medio se relaciona con los otros medios en términos de adecuación. El segundo caso se ejemplifica con la relación araña-mosca: en el seno de un medio (la araña) hay un código, un ritmo o “motivo puro” de otro medio (la mosca), mediante el cual el primero capta las relaciones o ritmos propios del segundo (la tela de araña), ya para componerse con él, ya para descomponerlo. Este tipo de relación también puede ser recíproco (como entre las orquídeas avispa, que por su apariencia similar a una abeja o avispa hembra, es polinizada por el macho avispa). Estos ejemplos se basan en la “teoría musical” de la naturaleza, propuesta von Uexküll, donde la transcodificación nunca es un asunto de suma de códigos, sino de “melodías” que se harían contrapunto entre ellas, construyendo un plano rítmico (como en la relación araña-mosca) o melódico (como el canto de los pájaros al amanecer), siendo las combinaciones entre tipos de transcodificación innumerables.26

En conclusión, el primer pasaje del ritornelo es ese primer punto de orden donde se toma o recibe del caos los medios y los ritmos necesarios para, a futuro, si los medios son los indicados y el ritmo es preciso, agenciar un territorio, sí y sólo sí las materias de contenido devienen expresivas, estéticas.

II.3. Los agenciamientos y las fuerzas de la Tierra

El segundo pasaje del ritornelo supone captar el momento de emergencia del factor bruto estético, de las materias de expresión. Pues esta emergencia tiene por efecto inmediato la instauración del primer tipo de agenciamiento (el agenciamiento territorial), 27 y es posibilitado por la “descodificación”, la cual se da en el seno del código de un medio. En el infra-agenciamiento, entre los medios codificados, la transcodificación es la ley, a través de ritmos determinados inmanentemente. Pero al comenzar un agenciamiento, se da un proceso de descodificación, pues “el territorio surge en un margen de libertad del código, no indeterminado, sino determinado de otra manera”.28 Esos márgenes del código, codificados de otra manera, por no poseer ninguna función predeterminada son los que ofrecen una materia libre a la variación, es decir, materias expresivas que trazarán, al emerger, un territorio.29


Dicha descodificación, en el mundo animal, consiste en la interrupción de las funciones usuales de un medio (generalmente, un ritmo de pura sobrevivencia y reproducción), para adquirir (y crear) constancia temporal y alcance espacial, pasando del ritmo de medio al ritmo de un territorio. De ese modo, una función de medio pasa a ser una marca o “pancarta” territorial.30 Guattari y Deleuze dicen que los animales con territorio están menos codificados que los animales gregarios, lo cual nos indica, implícitamente, que los animales que poseen materias expresivas son o pueden ser más “libres”, más creativos que los animales sin territorio. Así, las materias expresivas (arte en bruto presente en todo acto creativo), se presentan como signo de libertad.


En positivo, la emergencia de las materias expresivas se definen por el trazado del territorio que efectúan, que es el efecto inmediato de su emerger. Por lo tanto, un territorio es producto del ritmo funcional de medio devenido expresivo (fuerzas del caos devenidas fuerzas de territorio o fuerzas de la Tierra, según el lenguaje técnico de Mille Plateaux), y de las funciones de medio devenidas funciones territorializantes y territorializadas. Se establece de este modo un territorio que territorializa a las fuerzas ganadas al caos, reagrupándolas; y a las funciones de medio, reorganizándolas. De este modo, el ritmo, la Diferencia pura, deviene ritornelo territorial en pleno sentido.31

Lo dicho arriba tiene dos fuertes implicancias: 1) el territorio pasa a ser un efecto de un acto creativo, esencialmente estético, pues las materias de expresión son anteriores al territorio, son qualia y propium (cualidades propias, no puras, ni simbólicas); y serían en efecto “apropiativas”, no porque pertenezcan a alguien, sino porque, en tanto trazan un territorio, posibilitan a ese alguien poseerlo; 2) Así, el acto creativo (por ende, también el arte, en cualquier grado), no es un privilegio del Hombre, pues es la capacidad de “hacer de cualquier cosa una materia de expresión”.32 De ese modo, las marcas que hacen territorio son ready mades (pensemos en el orinar de los perros, o el aullar de los lobos), lo que evidencia la objetividad (realidad en sí misma) que cualquier materia expresiva adquiere al trazar un territorio. Por lo tanto, lo dicho impide todo intento de reducir aquellas materias a símbolos (a una representación de algo otro), o a meras marcas de un límite.

Vista la manera en que emergen las cualidades estéticas, y cómo, siendo pancartas, trazan un territorio, indaguemos ahora en una segunda función o efecto que las caracteriza, a saber, su capacidad de devenir estilo –ya no sólo pancartas–, por y a la par que los motivos y contrapuntos territoriales devienen personajes rítmicos y paisajes melódicos. Una vez que emergen las materias de expresión, “entran, las unas con las otras, en relaciones móviles que van a expresar la relación del territorio que ellas trazan, con el medio interior de los impulsos [motivos territoriales], y con el medio exterior de las circunstancias [contrapuntos territoriales]”.33

Cuando las materias de expresión (por ejemplo el canto y el color de un pájaro) entran en articulaciones internas que expresan las relaciones entre el territorio y el medio interno (los impulsos) del territorializado-territorializante, se desarrollan en motivos territoriales. Así, el cantar de un pájaro territorial, en el infra-agenciamiento responde a una necesidad de buscar un punto “cero” de seguridad. A partir de éste, las materias expresivas trazaran-mantendrán un territorio vital, y se constituirán en el modo particular de dicho pájaro para abrazar su mundo. Esto es posible porque el canto (código) propio de su especie (medio), posee material “libre a la variación”, que permitirá al ave distinguirse intra e inter específicamente, adquiriendo un “estilo” propio. Debido a esto, el canto del pájaro territorial, aunque seguirá manteniendo relaciones variables con los impulsos que lo originaron, ya no estará “pulsado” por estos. En consecuencia, la fijeza o variabilidad espacio-temporal de su canto adquirirá una autonomía propia.

Paralelamente, las materias expresivas entran articulaciones internas que expresan las relaciones que el territorio mantiene con el medio exterior de las circunstancias del territorializado-territorializante, desarrollándose en contrapuntos territoriales; al establecer ciertos puntos en el territorio que toman en “contrapunto” las circunstancias externas. Los contrapuntos tienen que ver, según nuestros autores, ya no sólo con una relación territorializante de materias expresivas, sino con una relación que conjura los peligros o incertidumbres de los medios circundantes. De ese modo, el canto de un pájaro puede pasar de marcar un territorio a “agredir”, o defenderlo de un invasor. Aquí la relación con los medios externos sigue una lógica de “contrapunto”: si algo externo se acerca, el animal se refugia, se retrotrae; si algo se aleja o no presenta amenaza, se abre. La fijeza de un punto y la variabilidad de un contra-punto nunca son tales, ya que un punto es fijo sólo si otro es variable y viceversa. Estos contrapuntos también adquirirán autonomía respecto a su fijeza y variabilidad espacio-temporal, pues por “hábito” también comienzan a darse sin que se den las circunstancias externas.34

Las materias expresivas, constituidas en motivos y contrapuntos territoriales, devienen personajes rítmicos y paisajes melódicos al dejar de ser marcas o “pancartas” (que trazan y marcan un territorio), y devenir un “estilo”. Esto sucede cuando el motivo y el contrapunto territorial dejan de reducirse a los impulsos del “poseedor” del territorio y de los medios exteriores, es decir, cuando adquieren autonomía (auto-objetividad) en términos de fijeza y variabilidad espacio-temporal. De ese modo, el motivo y el contrapunto territorial devienen personaje rítmico y paisaje melódico respectivamente, pues ya no se asocian a un personaje o paisaje exterior a ellos mismos.35

Los dos grandes efectos de las materias de expresión son la búsqueda y trazado de un territorio, y desarrollarse en motivos y contrapuntos territoriales para luego devenir personajes rítmicos y paisajes melódicos. A su vez, los dos grandes efectos de la “T” iniciada por aquellas, son la reorganización de las funciones de medio y la reagrupación de las fuerzas ganadas al caos mediante el ritmo en el infra-agenciamiento. En este punto, debemos preguntarnos cuál es la característica fundamental de un territorio.

Deleuze y Guattari estipulan que un territorio es, fundamentalmente, una distancia crítica (siguiendo a la etología), entre dos seres de la misma especie, una distinción entre lo propio y lo ajeno. Esto nos pone frente a dos consecuencias cruciales del territorio: 1) distanciando, asegura y regula la existencia de miembros de una misma especie, haciéndolos entrar en personajes rítmicos; 2) especializándolas, posibilita la existencia de un máximo de especies en un mismo medio, constituyéndolas en los personajes que pueblan los paisajes melódicos, sobre los que se efectuarán los contrapuntos. Esta distribución espacio-rítmica es la que permite que las funciones se reorganicen y las fuerzas se aúnen.36

El territorio va a territorializar las funciones de medio y crear nuevas funciones. Por ejemplo, la agresividad animal, al ser reorganizada, adquiere un nuevo aspecto y se orientará hacia miembros de la misma especie, a la vez que se crean procesos (la creación de una “casa” o de un refugio permanente, función inexistente en el infra-agenciamiento). Esto implica que en un mismo medio pueden efectuarse un máximo de funciones; pero que la misma actividad no puede ser efectuada en un territorio por el mismo agente. Como ejemplo, Guattari y Deleuze refieren los gritos de los vendedores, los ritornelos sonoros que crean territorios diversos (“mi pedazo de acera”), en medio de un conglomerado de medios, más o menos caóticos, donde mi grito particular crea territorio y mantiene a una distancia crítica a otros vendedores que ofrezcan el mismo producto que yo. A su vez, mi ritornelo sonoro permite, implícitamente, que vendedores de otro tipo de productos pasen a formar parte de mi paisaje familiar o territorial. De este modo, en el territorio todas las actividades adquieren funciones y energías nuevas (plusvalía creativa), que las harán ir más allá del territorio e iniciarán una “D”.

El otro efecto es la reagrupación de las fuerzas caóticas de los medios, que sirvieron de “base” para la formación del territorio, en un haz de fuerzas territoriales. Es el ritmo devenido expresivo, que en lo más profundo de cada territorio, produce la atribución a la “Tierra”, al receptáculo o plataforma de todas las fuerzas del caos.37 Este centro intenso, como puede ser un lugar santo o mítico sobre el que se erigirá un templo, hace sacro el territorio al santificar todo lo que entre en contacto con él, a la vez que lo conecta con el centro mismo de la “Tierra”. Las fuerzas del caos devienen fuerzas territoriales mediante un tributo, el cual se produce en un acto de sacralización. Un ejemplo cercano y clarificador de lo dicho es la santificación de un navío: el sacerdote santifica las fuerzas del mar, las convierte en “aliadas”, al consagrarles la nave. En añadidura, nuestros autores argumentan que ese centro intenso puede estar en o fuera del territorio, hacia el cual los territorializados convergen,38 cual patria desconocida y anhelada a la vez, Tierra futura o prometida.

Ya que el territorio modifica las funciones y las fuerzas, al reorganizarlas y reagruparlas respectivamente, les otorga una plusvalía creativa que no poseían en los medios. Esto posibilitará abrir o hacer pasar el agenciamiento territorial hacia otros agenciamientos; incluso puede suceder una apertura total del territorio, para conectarse con el cosmos, o sucumbir al caos. Pasamos así del intra-agenciamiento al inter-agenciamiento, pasaje que analizaremos a continuación.

II.3. Los inter-agenciamientos y las fuerzas del cosmos

Si al hablar del infra-agenciamiento ya estábamos “caminando” hacia el intra-agenciamiento, al hablar de éste ya estábamos de pie sobre el inter-agenciamiento. Tal es el movimiento entre los pasajes del ritornelo, por esto Deleuze y Guattari dicen: “el ritornelo va hacia el agenciamiento territorial, se instala en él o sale de él”.39

Ya en la compleja e intrincada conformación del intra-agenciamiento, las funciones reorganizadas y las fuerzas de la Tierra pueden estar más o menos desterritorializadas, como en grados. Deleuze y Guattari nos ejemplifican con los trogloditas, de la familia de los gorriones: el macho toma “posesión” de su territorio a la vez que con un ritornelo sonoro mantiene lejos a los intrusos; además, construye por sí sólo una variedad de nidos. Entonces, al llegar una hembra, el macho la invita a su territorio parándose delante del nido (ritornelo de parada), suspendiendo las alas (ritornelo gestual) y bajando la intensidad de su canto, que llega a ser un solo trino (ritornelo sonoro). En este caso, la nidificación está fuertemente territorializada, en tanto que la función de “corte” (con los tres tipos de cualidades expresivas) no se encuentra tan territorializada, pues los nidos son construidos antes que la presencia de la hembra “estimule” al macho. De ese modo, el cortejo lo lleva a trastocar el ritornelo sonoro territorializante hasta convertirlo en un ritornelo sonoro seductor.40

Sin embargo, en el caso anterior no hay una apertura total ni del agenciamiento territorial ni del territorio. No obstante es importante señalar que donde hay un inter-agenciamiento, hay potencialmente un devenir que afectará al territorio, ya abriéndolo al cosmos, ya llevándolo a una catástrofe (lo que en el lenguaje técnico de Mille Plateaux se denomina “agujero negro”). Ahora bien ¿Cuándo ocurre un inter-agenciamiento en el seno del territorio? Ocurre en el momento en que “una función agenciada, territorializada, adquiere suficiente independencia para formar un nuevo agenciamiento, relativamente desterritorializado, en vías de ‘D’”,41 como en el caso del ritornelo sonoro territorializante que deviene seductor. Éste puede mantenerse en su territorialidad, donde el territorio determina a la pareja, o abrir ese agenciamiento territorializado a un agenciamiento social autónomo, donde la pareja “vale” por el territorio; es decir, donde el reconocimiento de la pareja o del grupoya no se confunde con el reconocimiento del territorio: en ese caso, se dice que la pareja es un Tier mit der Heimvalenz, ‘un animal que equivale a la casa’". 42 Este tipo de inter-agenciamiento territorial (ya que aún no salimos del territorio), tiene la característica de compensar la “D” que abrió al agenciamiento, con una “R”. En el ejemplo, ésta se efectúa en la pareja que vale por el territorio.43

Ahora bien, dado ese paso, basta con que un agenciamiento en vías de “D” se ponga a producir otros agenciamientos (como en el caso del troglodita), para entrar de lleno en el o los inter-agenciamientos que abrirán el territorio a partir de sus propias “entrañas” (desde las funciones reorganizadas y las fuerzas agrupadas), todo mediante la “D”, ese movimiento por el cual se abandona el territorio, acto propio de la “línea de fuga”.44 En ese sentido, una función especializada o territorializada (por ejemplo, una profesión), adquiere una plusvalía creativa o productiva que no tenía en los medios, en virtud de la cual puede abrir y/o salir del territorio y buscar su propia territorialidad, hasta trazar/buscar su propio territorio.

En el trazado de un territorio para adquirir una “Tierra”, un centro intenso (desde donde vengo pero nunca he estado y que me impele más que mi territorio), hay una dinámica que Deleuze y Guattari denominan como lo Natal, que resignifica aquella vista en la etología entre lo innato y lo adquirido. Lo Natal posee una ambigüedad: el territorio es la ratio cognoscendi de la “Tierra”, a la vez que ésta actúa como la ratio essendi del territorio, posibilitando cualquier movimiento de “D”.45 Nuestros filósofos señalan casos de “D” absoluta, donde ya no se puede hablar de simple inter-agenciamiento, sino de un puro movimiento cósmico, donde la Tierra misma parece ser la desterritorializada. Ejemplo de esto son las migraciones solares o magnéticas, o las marchas interminables de las langostas.46 En estos casos, en contra de lo que podría pensarse, los mecanismos de localización no pierden un ápice de su precisión, ya que el cosmos -la Vida, en tanto flujo creador- actúa como guía y señalización.

No obstante esos grandes movimientos de “D” absoluta, por la cual un territorio se abre o se deja por completo al cosmos (o al caos), no es necesario abandonar los agenciamientos ni el territorio para lograr conectar con fuerzas cósmicas. Esto porque fuerzas potenciales de “D” ya están presentes en el emerger de las materias expresivas. Lo anterior implica, a lo menos, dos cosas: 1) las materias expresivas, al poseer un potencial inherente de “D”, producen inter-agenciamientos que facilitan un primer contacto con el cosmos dentro del territorio mismo; 2) a la vez que, al efectuar ese potencial desterritorializador en un inter-agenciamiento territorial, otorgan la posibilidad de acoger y abrirse al cosmos completamente. En síntesis, sea cual sea el movimiento de “D”, la apertura o fuga nace del territorio mismo, aunque luego se efectúe una “R”. Esto equivale a decir que donde haya un mínimo de movimientos de “D”, hay un potencial devenir cosmos por parte de fuerzas territoriales y/o caóticas.

Vistas las articulaciones internas de cada pasaje, nuestros filósofos proponen la siguiente clasificación de ritornelos: 1) los territorializantes, que buscan, trazan y agencian un territorio; 2) los de funciones territorializadas, que tienen una función determinada dentro del territorio; 3) los mismos, pero en tanto apuntan a inter-agenciamientos, que adquieren una autonomía variable mediante movimientos sucesivos de “D” y de “R” (por ejemplo, el ritornelo de corte, que al desterritorializarse adquiere una autonomía dentro del territorio); 4) los que reagrupan las fuerzas terrestres, en o fuera del territorio, para producir una “D” masiva (por ejemplo, la creencia en un paraíso post mortem, determinado y determinante de todos los actos de quienes adhieren a dicha visión).47 Estos últimos ya son parte de lo que nuestros autores llaman “La máquina abstracta”, un movimiento más explícitamente inconsciente, colectivo, intenso, que abre el territorio al cosmos.48

Resumiendo, la “T”, la “D” y la “R” se implican mutuamente, pues si la descodificación permite la formación del territorio, este mismo está afectado de un margen inherente de “D”, lo que hace que las relaciones entre territorio y funciones territorializadas, y entre territorio y agenciamientos en vías de “D”, sean sumamente variables. Bien lo dicen Deleuze y Guattari: “La misma ‘cosa’ aparece aquí como función territorializada, incluida en el intra-agenciamiento, y allá como agenciamiento autónomo o desterritorializado, inter-agenciamiento”.49 En definitiva, un ritornelo es un cristal de espacio-tiempo, que extrae del medio circundante vibraciones, mutando y proyectando tanto a éste como a sí mismo, asegurando la creación de conexiones indirectas (consolidación) entre los heterogéneos,50 lo cual es aplicable a todo acto creativo.

III.- Trazos elementales para una teoría de la creación a partir de Mille Plateaux

Hemos analizado e identificado los antecedentes geográficos, etológicos y filosóficos primordiales de la noción de territorio y territorialidad, y cómo aquéllos son desterritorializados por nuestros autores (en un ejercicio de auto-aplicación de su conceptualización a su propio sistema) en el concepto de ritornelo. Éste aúna en sí, como esencialmente articulados, la creación de territorios con el acto creativo mismo, donde el factor estético es clave. De ese modo, todo acto creativo es creación de territorio. Así, la noción filosófica de territorio elaborada por Deleuze y Guattari, expande su aplicación a, tal vez, toda cosa e idea pensable. Esto sólo puede comprenderse si remitimos a la fuerte y tácita apropiación del problema de la inmanencia spinoziana (en especial, el tema de la Natura naturans y la Natura naturata)51, que hay en el ritornelo; ya que es gracias a la operación de inmanentización radical del principio creador universal (Dios), elaborada por Spinoza, que se puede concebir que todo lo creado sea, efectivamente, auto-creado, ontológicamente hablando, y por lo tanto, un territorio auto-objetivo. Todavía más, esa apropiación también se “arropa” con cierta idea de Inconsciente (bastante sui generis), entendido como flujo constante, intensivo, desde donde todo acto posee su grado cero de potencia. Dado lo anterior, podemos entender que Deleuze y Guattari digan que el agenciamiento es, ante todo, territorial; y, a la vez, que es el Inconsciente en persona.

Tomando en consideración los datos puestos bajo la lupa, nos parece plausible enunciar que una teoría de la creación está presente en la meseta estudiada, así como en todo Mille Plateaux. También nos parece evidente que si bien dicha teoría no está explicitada per se por los pensadores franceses, sí es posible catalogarla como tal, debido al relativamente extenso y ordenado tratamiento que recibe dentro de la meseta, a sus antecedentes técnicos, etológico-biológicos y estético-artísticos; y porque, efectivamente, nuestros autores desarrollan esa batería de conceptos para dar cuenta de la música, el modo de creación más cercano a la potencia creativa inconsciente de la naturaleza.52 De esa manera, si para Deleuze y Guattari todo acto creativo es un movimiento de dinámicas territoriales, entonces todo acto creativo constará de al menos tres pasos o pasajes simultáneos, como vimos en la conceptualización del ritornelo.

Será en Qu’est que la Philosophie? (1991) donde nuestros autores establecerán, casi pedagógicamente, cómo cada disciplina lleva a cabo sus movimientos de producción específicos: creación de conceptos (en el caso de la filosofía), de functores (en la ciencia) y de seres de sensación (en el arte). Ahora bien, nuestros filósofos logran esto gracias a la batería conceptual elaborada en Mille Plateaux, pues, siguiendo a Ronald Bogue, en el trayecto desde el texto de 1980 hasta el de 1991, no sólo hay coherencia y cohesión conceptual respecto al tratamiento del arte, la ciencia y la filosofía, sino que también se da una expansión en los alcances de dicha conceptualización. Deleuze y Guattari explicitan que cada forma de pensamiento posee su propio método de producción de “seres”, los cuales afectarán, a su modo, el espacio-tiempo existencial de los individuos. Esto implica la distinción, en el gran plan de consistencia, de tres planos para cada disciplina enunciada, como se evidencia en Qu’es que la Philosophie? 53 La importancia del acto creativo a todo nivel queda así clarísima. A este respecto, Amanda Núñez señala que los efectos-funcionalidades no están dados, no son cosas en sí, hay que crearlos: hay que tener la “Idea” para crear los conceptos (en filosofía) o los bloques de sensaciones (en arte), que alterarán los cuerpos, sus territorios, el cerebro y sus sinapsis.54 No es difícil entrever las consecuencias políticas (o micropolíticas, si se quiere) de lo recién escrito. En efecto, es necesario indicar que la novedad e importancia de la sistematización de rizoma, producida por Deleuze y Guattari respecto al acto creativo no es políticamente aséptica, sino que implica una ética-política de resistencia anti-capitalista y de experimentación vivencial. Esta ética-política de la experimentación recorre como un relámpago toda la ontología, epistemología y estética deleuziana y guattariana.

Así, lanzarse al lodo del devenir material (eminentemente político) para salpicar o, lisa y llanamente, descartar la blancura y distinción de la filosofía de corte trascendente, idealista y apolítica, se nos presenta como una de las claves más importantes para captar y utilizar la filosofía “a dúo” que nuestros filósofos llevan al clímax en Mille Plateaux.



Luis Omar Díaz Chocobar

Licenciado en Filosofía de la PUCV, con la tesis “La Naturaleza y función de la música a partir de los conceptos de ritornelo y bloque de sensación en la filosofía de Deleuze y Guattari”.
Beneficiario de la Beca Indígena para estudios superiores, otorgada por el MINEDUC



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- Uexküll, Johan Jakob von. Cartas biológicas a una dama. Zig-zag, Santiago de Chile 19—



Recibido: 29 de diciembre de 2012


Aprobado: 25 de enero de 2013





1 Deleuze, Gilles, Guattari, Félix. ¿Qué es la Filosofía? Anagrama, Barcelona, 2001, p. 218. Para la noción de caos ver: Ibíd., p. 46. Con todo, dicha noción, es virtualmente la misma que la tratada en Mil Mesetas, como se verá. Por otra parte, esta división de los modos de pensar tiene por fin evitar la confusión entre disciplinas. Así, Deleuze y Guattari hacen una crítica a lo trans-disciplinario, entendido como la invasión de un plano por una disciplina ajena [Cf. Ibíd., pp. 7-18]. Esto se ve, por ejemplo, en la tarea “macro” de cierta filosofía, que intenta tomar funciones lógico-científicas para solucionar problemas filosóficos (incluso problemas del lenguaje cotidiano), o cuando la filosofía intenta fundamentar alguna o toda ciencia “dura”.
2 La primera parte abarca las páginas 318-319; la segunda, las páginas 319-341; y la última, las páginas 341-353 [Cf. Deleuze, G., Guattari, F. Mil Mesetas. Pre-Textos, Valencia, 2004]. Dichas partes están separadas por un espacio entre los párrafos en la edición francesa [Cf. Capitalisme et schizophrénie, t.2 Mille Plateaux, Les Éditions de Minuit, 1980], espacio que en algunas ediciones al español se omite, lo cual merma el sentido de la meseta, perjudicando su comprensión.
3 Coraggio, José Luis. “Sobre la espacialidad social”, en Coraggio, J. L., Federico Sabate, Alberto y Colman, O., ed. La cuestión regional en América Latina, II ED-Ciudad, Quito, 1989.
4 Aros, Pablo. “Conceptualización de “espacio”, “territorio” y “límite” desde la geografía y su implicancia en la práctica geográfica dentro del contexto Neoliberal, en Revista Latinoamericana de Estudiantes de Geografía. Disponible en http://www.releg.org/AROS.pdf Consultado el 1 de noviembre de 2012.
5 J. Nieva, Fabián. “Hacia una aproximación crítica a la noción de ‘Territorio’”, en Nuevo Espacio. Revista de Sociología. UBA, N° 1, 1994, p. 9. Estas visiones sobre el territorio son las más cercanas al marxismo, donde el elemento dialéctico y de lucha social es clave.
6 Montañez. Gustavo. Delgado Ovidio. “Espacio, territorio y región; conceptos básicos para un proyecto nacional”, en Cuadernos de Geografía. Revista del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia. Vol. VIII, No. 1-2, 1998, p. 122-123. Disponible http://pis.unicauca.edu.co/moodle-2.1.2/pluginfile.php/26563/mod_resource/content/0/Montanez_y_Delgado._1998.pdf Consultado el 13 de octubre de 2012.
7 De hecho, uno de los padres de la etología, Konrad Lorenz (1903-1989), al principio de su investigación creía que lo innato y lo adquirido se contraponían, para luego constatar que los aprendizajes suceden sobre la base hereditaria y tienen en ésta su posibilidad operacional [Cf. Lorenz, Konrad. Sobre la agresión, el pretendido mal. Siglo XXI Editores, Madrid, 1971]. Ver a este respecto los ejemplos sobre el “patrón fijo de acción” en: Grandin, Temple, Deesing, Mark, “La genética del comportamiento animal”, en Temple Grandin (comp.), Genetics and the Behavior of Domestic Animals (Trad. Marcos Giménez Zapiola), Academic Press, San Diego, California, 1998. Disponible en http://www.produccion-animal.com.ar/etologia_y_bienestar/etologia_en_general/22-la_genetica_del_comportamiento_animal.pdf (p.4
8 Heredia, Juan Manuel. “Etología animal, ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll”, en Filosofia e História da Biologia, vol. 6, No. 1, (2011), p. 74; Cf. Uexküll, Johan Jakob von. Cartas biológicas a una dama [1920]. Zig-zag, Santiago de Chile 19--. pp.68, 70.
9 Siguiendo una visión lorenziana de la etología, muchos vertebrados están programados para reaccionar frente a signos de agresión, donde las dinámicas que movilizarían dicho comportamiento serían innatas. En añadidura, lo anterior no se reduciría a una mera reacción, sino que el instinto de agresión, también presente en la mayoría de los animales socialmente torpes, nos llevaría a postular la existencia de mecanismos pulsionales innatos [Cf. Eibl-Eibesfeldt, Irenaus. Amor y Odio. Salvat Editores, Barcelona 1987, p. 71]. Por otra parte, una etología de corte Uexkulliana, y a la cual adhiere Deleuze, se aleja de lo anterior. Como bien establece Juan Manuel Heredia, en von Uexküll “ya no se prescribe la relación entre vivientes como competencia y lucha, sino que se buscan asociaciones funcionales entre vivientes, ensamblajes vivos y composiciones relacionales en la naturaleza. El medio ya no se trata de una condición de posibilidad a priori, se trata de una condición de realidad del viviente; pues el animal no es sino en su mundo” [“Etología animal, ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll”, Op. Cit. (8), p. 74].
10 Blood, Douglas C. Studdert, Virginia. P. Ballière's comprehensive veterinary dictionary. Ballière Tindall, Londres, 1988, p. 265; Cf. Fraser, Andrew. F. Welfare and well-being. Vet. Rec. 1989, 125 (12), p. 332.
11 La palabra italiana ritornello pertenece al vocabulario musical barroco. Significa “pequeño retorno” y se utiliza para señalar un pasaje musical cíclico, repetido al inicio y al final de una obra con variación gradual. Sus antecedentes más relevantes son el rondeau (pequeña ronda) de las danzas francesas de los siglos. XIII y XIV, y los estribillos de los madrigales de los siglos XIV y XV [Cf. Gonzáles, Andrés. El ritornelo, lo liso y lo estriado: el Tiempo en Boulez a través de las ideas de Deleuze, Tesis para optar al grado de magíster en Filosofía, Valparaíso, PUCV, 2008].
12 Por razones de economía, desde aquí designaremos con las letras “T”, “D” y “R” a la territorialización, a la desterritorialización y a la reterritorialización, respectivamente.
13 Gustavo Chirolla, citando a Sauvagnargues, señala que incluso Lacan llamaba (a veces) ritornelo a las creaciones y repeticiones semánticas psicóticas [Cf. Chirolla, Gustavo. “La relación arte y territorio. Aproximaciones a una geoestética a partir de Deleuze y Guattari”.
14 Bástenos esta breve evidencia por ahora: “El eterno retorno como cantinela, como Ritornelo, pero que captura las fuerzas mudas e impensables del Cosmos” [Deleuze, Gilles, Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 347]. Dicha relación también se puede ver en “El misterio de Ariadna según Nietzsche” [Cf. Deleuze, Gilles. Crítica y clínica (Título original: Critique et clinique. Les Éditions de Minuit, 1993). Barcelona, Editorial Anagrama, 1996, pp. 140-150]. Es importante notar que esta interpretación se diferencia de la que ve en el eterno retorno nietzscheano el retorno de lo Mismo.
15 Estos planteamientos se relacionan, sin ir más allá, con la substancia única (Deus sive Natura) y su distinción en Natura naturans y Natura naturata que Spinoza desarrolla en su Ética [Cf. Calderón Gómez, Jorge. “Sala de máquinas: Aproximación al pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari”, Nómadas. Revista crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, Publicación Electrónica de la Universidad Complutense, No. 14 (2006.2) Disponible en: http://www.ucm.es/info/nomadas/14/jorgecalderon.pdf Consultado el 11 de enero de 2012.
16 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. cit. (2), p. 328. En rigor, se señala acá el paso o pasaje del primer al segundo momento del ritornelo. Vázquez Pérez traduce passage por “paso”, en tanto que Maldonado Serrano cree más certero entenderlo y traducirlo por “pasaje”, por la idea de pasaje musical y por la idea de puente musical, como cuando se pasa de una tonalidad a otra en una sonata. (Cf. Maldonado Serrano, Jorge. Música y Creación: Un sentido en el pensamiento de Gilles Deleuze. Tesis para optar al grado de Doctor en Filosofía. Madrid, UAM, 2008, nota n° 37, p. 125).
17 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas, Op. Cit. (2), pp. 319-340. Respecto al concepto de agenciamiento, como se verá luego, refiere a todo acto de llevar a cabo una transformación sobre una materia –abstracta y/o concreta- , mediante una determinada técnica o “tecnología” –abstracta y concreta, según determinado deseo siempre inconsciente. Pero, alejándonos de la etología, no debe confundirse con la noción de comportamiento, pues, como lo dice la palabra, comportarse es un existir de acuerdo a un medio codificado, medianamente determinado; en tanto que un agenciamiento es transformador, y lo primero que realiza es crear un territorio a partir y separándose (aunque sea virtualmente) de un medio o estrato dado [Cf. Ibíd., pp. 513-515].
18 Ibíd., p. 319. Por lo demás, medio y código refieren al tradicional par materia [sustancia] y forma. Este cambio nominal quiere poner en su lugar al hilemorfismo, en favor de la articulación contenido-expresión. Según el lingüista danés Hjelmslev, cada parte de la articulación posee una sustancia y una forma. “Formas y sustancias, códigos y medios no son realmente distintos. Son las componentes abstractas de toda articulación” [Ibíd. pp. 512-513].
19 Estamos en el ámbito de los estratos (fenómenos de aglomeración, sociales -molares- e inconscientes -moleculares- a la vez), compuestos de medios y códigos, por ende, también esencialmente comunicantes. Como vimos, es en este ámbito donde se insertarán los agenciamientos que, mediante potencias de “D”, abrirán los estratos para agenciar un territorio, para luego efectuar una máquina abstracta, que abrirá o cerrará tanto a los estratos como al territorio [Cf. Deleuze, Gilles, Guattari, Félix. Op. Cit. (2), pp. 512-522].
20 Ibíd. p. 342. Este primer pasaje del ritornelo es un antecedente de lo que en ¿Qué es la Filosofía? se denominará como la instauración de un plano compositivo (en el arte), o de inmanencia (en la filosofía), a partir y contra el caos [Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? –título original: Qu’est-ce que la Philosophie, Les Éditions de Minuit, 1991- Barcelona, Anagrama, 2001, p. 218].
21 Los medios son determinaciones codificadas y nunca van solas. Esto es porque el caos no es entendido por los autores como negación, indeterminación o “nada”, sino como todas las determinaciones posibles, todas las afirmaciones posibles que se desvanecen a velocidad infinita. Por esto salir del caos es darle consistencia. Ésta consta de una doble afirmación (como la Ariadna de Nietzsche): la de un medio codificado que nace del caos; después, la del ritmo que se da entre dos medios.
22 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op., cit. (2), p. 320. A partir de la tesis de Andrés González, acá podemos ver un guiño a la fenomenología de Husserl, en tanto que Deleuze invoca a las esencias o formas vagas para entender este proceso (modulación) mediante el cual el medio (materia) se codifica (informa); proceso que es un movimiento continuo y variable entre medio y código [Cf. González, Andrés. Op. Cit. (10), pp. 57, 62; Cf. Deleuze, Gilles. “Clase XX: Música y metalurgia”, en Derrames entre capitalismo y esquizofrenia. Bs. As. Cactus, 2005, pp. 361-381].
23 En el sentido profundo que indica el instante decisivo de encuentro con otro (con un medio heterogéneo), la crítica constituye una respuesta en toda fuerza, a su vez que este sentido conserva toda la carga etimológica de la palabra en su origen griego (krísis), que refiere a un instante de disputa, y por lo mismo, a un instante de resolución: el ritmo como Diferencia efectiva, que selecciona de los medios aquello que estima conveniente.
24 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 320.
25 Deleuze-Guattari no intentan contraponer el ritmo como Diferencia al ritmo como medida, lo cual sería otro dualismo, cosa que afectaría los esfuerzos por pensar la Diferencia. Se trata, al contrario, de mostrar que la Diferencia sí puede ser pensada, y no como algo ajeno a la tendencia común (ya en arte, ya en filosofía, ya en ciencia) de pensar en términos de homogeneidad, sino como algo que puja por salir desde la homogeneidad misma: una “geología filosófica”, en este caso aplicada a la noción de ritmo, cuya capa más homogénea nos muestra una tendencia a la medida, pero “escarbando”, vemos una ruptura en el seno de esa estratificación, que nos muestra una tendencia a lo heterogéneo. Bien dicen nuestros autores: “No hay necesidad de suprimir lo tonal, hay que hacerlo huir” [Ibíd. p. 353].
26 Las investigaciones de von Uexküll, como vimos someramente en el ítem I.2, muestran una “des-humanización” total del mundo natural, dejando de lado toda ordenación jerárquica de la Naturaleza para presentar a cada ser en ella como completamente perfecto, pasando la Naturaleza a ser como una partitura musical en extremo consistente [Cf. Deleuze, Gilles. Spinoza: Filosofía práctica (Título original: Spinoza: Philosophie practique. Les Éditons de Minuit, 1981) Barcelona, Tusquets, 2009, pp. 152-155]. Esto influyó mucho en Deleuze y Guattari, pues dicha problemática está presente en el tratamiento del ritornelo al tomar como referente la Naturaleza (los pájaros, por ejemplo) para dar cuenta del proceso general de aquél concepto. Las consecuencias, como veremos, son tajantes para con el hombre: el arte [en tanto acto creativo por excelencia] está, ya en bruto, ya perfeccionado (como en los cantos de algunos pájaros según el compositor francés O. Messiaen), en el mundo natural. Por ende, el arte no sólo no espera al hombre para llegar a ser, sino que aparece en él en contadas y particulares ocasiones [Cf. Deleuze, Gilles. Mil Mesetas. Op., Cit. (2), p. 326].
27 Deleuze y Guattari entienden el agenciamiento como eminentemente libidinal e inconsciente (“el Inconciente en persona”); además, indican que todo agenciamiento posee una tetravalencia, donde hay que analizar: 1) la territorialidad que engloba, 2) la articulación entre contenido y expresión que ejerce, 3) los máximos de “D” que conlleva y 4) la o las “máquinas abstractas” que posibilitan [Cf. Ibíd. pp. 42, 513-515].
28 Ibíd. p. 328.
29 Nuestros autores se basan en las teorías del biólogo francés Lucien Cuénot (1866-1951), al sentenciar que la “T” corresponde más a un proceso de aislamiento o de separación intra-específica (ya genérica, ya psíquica), que a un proceso de mutación del código de una especie, induciendo la creación de nuevas especies. Obviamente, la “T” no genera nuevas especies, aunque indirectamente, es decir, en el ámbito del “paisaje territorial”, puede inducir o posibilitar su generación. [Cf., Ibíd. nota n° 17, p. 355].
30 Por ejemplo, que los perros orinen continuamente al salir a la calle, no es (por ese momento) sólo una función orgánica de evacuar toxinas, sino una marca que hace (y no sólo delimita) territorio [Cf. Ibíd. pp. 321-322].
31 Por ejemplo, el color de los peces o de los pájaros “es un estado de membrana, que remite a estados internos hormonales; pero el color sigue siendo funcional y transitorio, mientras está unido a un tipo de acción (sexualidad, agresividad, huida). Por el contrario, deviene expresivo cuando adquiere una constancia temporal y un alcance espacial que lo convierte en una marca territorial, o más bien territorializante: una firma”. [Ibíd. p. 321]. En otras palabras, las fuerzas del caos devenidas ritmo, ahora pasan a formar parte de las fuerzas territorializantes. Deleuze basa estos ejemplos en lo dicho por Konrad Lorenz [Cf. Ibíd. nota n° 6, p. 355].
32 Ibíd. p. 323.
33 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 323.
34 Hay una referencia a la importancia que el compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992) otorgaba a los pájaros y su canto: “En el motivo y en el contrapunto está implícita la relación con la alegría y la tristeza, con el sol, con el peligro, con la perfección, incluso si el final de cada una de estas relaciones es desconocido. En el motivo y en el contrapunto, el sol, la alegría o la tristeza, el peligro devienen sonoros, rítmicos o melódicos” [Ibid. p. 325]. Messiaen era un ferviente cristiano, para él las aves y sus cantos personificaban toda la dicha y desdicha del Hombre en su camino a la gloria celestial. [Cf. Eymar, Carlos. “Olivier Messiaen y su búsqueda espiritual”, en Revista de Espiritualidad, 65 (2006), Madrid, pp. 645-681].
35 En efecto, lo que distingue a un pájaro músico de uno no músico “es precisamente esa aptitud para los motivos y los contrapuntos que, variables o incluso constantes […] los convierten en un estilo, puesto que articulan el ritmo y armonizan la melodía”. [Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 324]. Deleuze nos da un ejemplo musical: los leitmotivs wagnerianos siguen la misma lógica, pues si bien en un primer encuentro con la obra de Wagner se tiende a asociar los leitmotivs con determinados personajes y circunstancias, basta una escucha más atenta, más “pura”, para darnos cuenta de que esos motivos devienen en sí mismos personajes rítmicos (que provocan devenires) y paisajes melódicos (que captan las fuerzas por las cuales se deviene), de una riqueza enorme [Cf. Ibíd. p. 325].
36 Esto contraviene la versión de Lorenz (y sus continuadores), que tienden a ver en la agresión instraespecífica la condición de posibilidad de la creación territorial. Sin embargo, nuestros autores, siguiendo a von Uexküll, ven que el territorio es ontológicamente anterior a la violencia intraespecífica, pues aquél nace con la emergencia de las materias estéticas. Las posibles aplicaciones y consecuencias políticas de ambas visiones son evidentemente contrapuestas.
37 Ibíd. p. 327. En esta sección de la meseta, se nos remite a Mircea Eliade, para comprender las relaciones entre territorio, religión, caos y cosmos [Cf. Ibíd. nota n° 16, p. 355.]. En efecto, para Eliade, el “descubrimiento” de un nuevo territorio, que constituirá a futuro una ciudad, debe pasar por un proceso de sacralización. Esto porque la ciudad se hace a “imagen y semejanza” del universo, pues para muchas civilizaciones, el mundo se creó a partir y en razón de un centro. Así, la fundación de una ciudad respondería a la misma lógica. En consecuencia, la polis también se crea y vive alrededor de un templo o sitio sagrado, por donde pasa el axis mundi, a razón de lo cual ese centro intenso pasa a ser el lugar donde cielo, tierra e infierno se aúnan. [Cf. Eliade, Mircea. Tratado de Historia de las Religiones. Tomo 2. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1974. pp. 149-168].
38 Cf. Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 327.
39 Ibíd., p. 327.
40 Cf. Ibid., p. 329. Deleuze toma este ejemplo de Paul Géroudet [Cf. Les passereaux. Delachaux et Niestlé, t.II. pp. 88-94].
41 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 329.
42 Ibíd.
43 Deleuze estipula cuatro formas de “D”: 1) negativa –que enmascara una “R”; 2) positiva –que actúa por “R”-, 3) absoluta – de multiplicidad en un espacio liso-, 4) relativa –de unidad en un espacio estriado-. En el ejemplo citado, se trataría de una “D” del primer tipo, pues enmascara una “R” en la pareja, factor que bloquea la línea de fuga creativa que quiere abrirse hacia el cosmos. Los cuatro tipos de “D” tienen una infinidad de mezclas, sólo determinables según el caso. [Cf. Ibíd. pp. 517-519].
44 Ibíd. p. 517.
45 Como veremos más adelante, está dinámica es propia de la mentalidad romántica.
46 Ibíd., p. 331. Deleuze y Guattari se basan en las observaciones de Cousteau y Diolé del film 36 de “La Odisea submarina del equipo Cousteau” [Cf. Ibíd., p. 356], donde todo un agenciamiento social está ligado a fuerzas cósmicas. Se trata de la peregrinación masiva de langostas en la costa norte de Yucatán, donde se reúnen en pequeños grupos antes del primer signo de la primera gran tormenta invernal, para luego, iniciada ésta, peregrinar por miles sin razón aparente, pues aún no se sabe la causa o propósito de este hecho. En el siguiente enlace podemos constatar migraciones masivas de animales que deben cumplir con este ciclo vital para sobrevivir: http://www.youtube.com/watch?v=jG2NfC1xZDE
47 Ibíd. p. 332.
48 Básicamente, el concepto de máquina abstracta refiere a un agenciamiento tan cargado de potencias de “D”, que ya no actúa por sustancias, sino por la complejidad misma de la materia; ni opera por formas, sino por funciones [Cf. Ibíd. pp. 519-522; Cf. Herner, María Teresa. “Territorio, desterritorialización y reterritorialización: un abordaje teórico desde la perspectiva de Deleuze y Guattari”, en Huellas, No. 13, (2009), pp. 158-171]
49 Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 332.
50 Acudiendo a la imaginería musical, Deleuze nos refiere a la armónica de vidrio, pero también a Messiaen. Efectivamente, en la obra de éste, carices de las variadas vanguardias artísticas de su tiempo parecen tomar una forma nueva, proyectándose con una luz nueva, cual rosetón gótico que transforma y proyecta la luz en múltiples colores, acercando al creyente a la unión con lo absoluto [Eymar, Carlos. “Oliver Messiaen y su búsqueda espiritual”. Op. Cit., p. 654].
51 Spinoza, Baruch. Ética demostrada según el orden geométrico. I, p. 29, esc. pp. 26-27 [Ed., Gebhardt, C.] (Trad., y notas de Atilano Domínguez), Editorial Trotta, Madrid, 2005, p, 61; Cf. Calderón Gómez, Jorge. “Sala de máquinas: Aproximación al pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari” (15) Op. Cit.
52 “[…] El sonido nos invade, nos empuja, nos arrastra, nos atraviesa. Abandona la tierra, pero tanto para hacernos caer en un agujero negro como para abrirnos a un cosmos. Nos da deseos de morir. Al tener la mayor fuerza de desterritorialización, también efectúa las reterritorializaciones más masivas […] Éxtasis o hipnosis. No se mueve a un pueblo con colores. Las banderas nada pueden sin las trompetas […]” Deleuze, Gilles. Guattari, Félix. Mil Mesetas. Op. Cit. (2), p. 351.
53 Bogue, Ronald. Deleuze on Music, Painting and Arts. Routledge, Londres, 2003. pp. 163-164.

54 Núñez, Amanda. “Gilles Deleuze. La ontología menor: de la política a la estética”, en Revista de Estudios Sociales, No. 35 (abril, 2010), p. 51.

Revista Observaciones Filosóficas - Nº 14 / 2012



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